jueves, 26 de abril de 2007

Cerrado

Se alejaban del marco rápidamente, tal vez porque estaban siendo girados por engranajes o talvez por miedo a ser empujados, pero cada vez estaban más lejos, hasta que finalmente estaban afuera, pero afuera del marco significaba estar adentro de otro lugar. Nunca estaban libres, nunca sentían el aire, y los momentos que podían disfrutar estando afuera del marco, eran muy pocos y cada uno de esos momentos era muy corto, así que imaginen que poco tiempo al aire libre pasaban.
Su vida consistía en entrar y salir, a veces lento, a veces rápido, a veces temblorosamente y a veces con decisión, pero en definitiva, ellos le ponían el sello al contrato de un adentro y un afuera, ellos eran lo que no dejaban que ese afuera se convierta en un adentro, ellos eran los responsables de que los de adentro estén tranquilos y los de afuera intenten de forcejear y lograr entrar aunque en la mayoría de los casos no lo lograban.
¿A caso por culpa de ellos se discriminaba a los de afuera? No, no lo creo. ¿A caso por culpa de ellos los afuera se quedaban sin espacio adentro? No, tampoco lo creo cierto, y no crean que a ellos no se les cruzaban constantemente por la cabeza estas ideas, pero igualmente no les quedaba otra opción, ellos debían marcar una línea de fuego entre el afuera y el adentro.
Pero… ¿Por qué debían hacer esto? ¿No podían resistirse a los engranajes de acero inoxidable que los tironeaban? ¿Sería culpa de los engranajes, como ellos se lograban convencer el uno al otro, o en realidad serían ellos los culpables y no se daban cuenta porque no querían ver la realidad?
No lo se, no se la respuesta a todas estas preguntas, pero lo que si se, es que cada vez que yo entro a mi casa pongo llave.

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